La Diócesis de Barbastro-Monzón está marcada por su carácter martirial. En su memoria se hunde la huella de los 79 beatos mártires de la Guerra Civil, con su obispo, Florentino Asensio a la cabeza.
Con él, 51 claretianos, 18 benedictinos, 5 escolapios, los curetas de Monzón, José Nadal y José Jordán, el sacerdote Vicente Montserrat, beatificado en Almería, y el laico Ceferino Giménez Malla “el Pelé”, dieron testimonio de fe en una diócesis donde 9 de cada 10 sacerdotes fueron asesinados entre 1936 y 1939.
El próximo 6 de noviembre abriremos la causa diocesana de beatificación de los 252 mártires que quedaban: 210 sacerdotes diocesanos, 5 seminaristas, 34 laicos, tres clarisas. Se lo debíamos. En total 331 testigos del siglo XX, la joya de la corona. Estamos convencidos que su sangre fecundará nuestra tierra con las vocaciones necesarias. “¿Por qué matarían a tantos?”, se preguntaba el Papa Francisco al ver el mapa con los lugares de martirio, cruces que jalonan la geografía diocesana. Abierta queda la respuesta.
Lo que sí es cierto es que Barbastro-Monzón se ha hecho acreedora de un rasgo único, su espíritu de reconciliación y perdón. El testimonio de nuestros mártires se deja sentir en los principales monumentos y en cada rincón de una tierra regada con su sangre. Allí donde los mártires vivieron, rezaron o ayudaron encontramos un punto de conexión, gracias a su intercesión, con la historia y la fe.
El martirio, como expresa de forma sublime el Papa emérito Benedicto XVI, es un don, un regalo de Dios, una iniciativa misteriosa e inefable del Señor, que de repente entra en la vida de una persona cautivándola con la belleza de su amor, y suscitando consiguientemente una entrega total y definitiva a ese amor divino.
Barbastro-Monzón, tierra de santos. Aquí estuvieron San Victorián y Santa Maura, San Belastuto, San Poncio y San Ramón, San Visorio, San Balandrán, San José de Calasanz, San Josemaría Escrivá de Balaguer, los beatos mártires de la Guerra Civil, San Valero, San Gaudioso, San Úrbez, San Francisco de Asís, San Vicente Ferrer… Todos ellos vuelven a subrayar la talla de nuestra gente.