La RAE define responsabilidad como la obligación moral de responder de algo o alguien, o de hacerse cargo de sus consecuencias. Esta semana, aún con el barro manchando los lugares de la tragedia causada por la DANA de hace diez días, se comienza ya a hablar de ella. Solo cabe esperar que los errores que se hayan podido cometer se asuman, con responsabilidad, y que sirvan para mejorar la atención a catástrofes en este país.
En medio del caos, han sido entidades como Cruz Roja o Cáritas las que, por su experiencia, han encabezado la lista de quienes han llevado la ayuda hasta donde se necesita. Como suelen hacer siempre, en una labor encomiable. En el caso de Cáritas, ejercen su papel de brazo asistencial, atendiendo a quienes ya nadie presta atención. Con un cuerpo de más de 300 voluntarios, suman 1’5 millones de euros en 2023 a la partida de gastos de la Diócesis.
Las cifras vienen a cuento del Día de la Iglesia Diocesana, que se celebra este domingo 10 de noviembre. Una fecha en la que se suele hacer balance económico en la Diócesis y que sirve para hacer una llamada, precisamente, a la responsabilidad.
Corresponsabilidad, en concreto, es lo que reclama la Diócesis en esta fecha, en la que nos apela a asumir esa obligación moral, pero no solo en términos económicos, sino “cada uno con su vocación específica”, en palabras de nuestro obispo, don Ángel. El objetivo, aunque aún se vea lejos, pasa por contribuir al autosostenimiento de la Iglesia. Sea con una aportación económica, con las habilidades de cada cual, el tiempo disponible o la oración; colaborando –por qué no– a nivel pastoral, logístico o comunicativo.
Todos podemos poner nuestro granito de arena, como ya hacen, además de los voluntarios de Cáritas, los de otras entidades y movimientos, los catequistas o los animadores de la comunidad.