Nacho de Blas es Investigador en Epidemiología Veterinaria y profesor titular del Dpto. de Patología Animal de la Universidad de Zaragoza. Valora la no obligatoriedad del uso de las mascarillas en interiores. Asegura que la transición debe hacerse a través de una adaptación de la población al virus y no relajando medidas sin atender a criterios sanitarios.
¿Es pronto para quitar las mascarillas en interiores?
Depende de la situación epidemiológica. Para mí, es pronto viendo los datos que tenemos. Habría que haber definido unos criterios epidemiológicos claros a partir de los cuales se podrían retirar las mascarillas. Es decir, cuando se baje la incidencia semanal de determinados grupos por debajo de un valor, y que la tasa de hospitalizaciones sea de tal valor, sería el momento. Es pronto y estamos viendo que hay un repunte que podría ser atribuido a la Semana Santa.
El último mes se han tomado una serie de medidas que no son objetivas: se han cambiado los criterios de notificación, se ha dejado de muestrear y se han cambiado las políticas de aislamiento. Es una retirada precipitada. Asturias se está contemplando volver a ponerlas porque ahora la incidencia no es un reflejo del impacto hospitalario. Ha sido poco oportuno marcar una fecha arbitraria como es al regreso de la Semana Santa, sin tiempo de evaluar. Es pronto por contexto epidemiológico y pronto por separar de manera individualizada el impacto de la semana santa con la retirada de las mascarillas
¿Cree que estos cambios atienden más a decisiones políticas que sanitarias?
En parte sí. Lo que hacen es reducir el coste económico del diagnóstico. Esos programas son caros, no se pueden mantener de forma indefinida. Otros países como Suecia ya lo retiraron a principio de marzo, no muestreaban. Se habían gastado alrededor de unos mil millones de euros y decían que no era el momento de seguir gastando. Puede haber un motivo económico, pero es razonable porque es insostenible. Mientras haya un impacto importante y no haya una alternativa, no tenemos una visión completa del epidemiológico. Si nos vamos a fijar solamente en las curvas de hospitalizados, van con cierto retraso conforme a la infección. Estás detectando el incremento siete o diez días después de que se haya producido el fenómeno de propagación, cuando quieres tomar una medida vas tarde.
“Si te fijas en la curva de los hospitalizados, detectas los contagios siete días más tarde y ya vas tarde”
Nacho de BlasEpidemiólogo
Entonces, ¿cómo cree que debe hacerse esa transición hacia la normalización?
No hay ninguna solución que vaya a hacer desaparecer la pandemia de un día para otro. Es imposible. Las estrategias de cero covid tenían sentido los primeros meses, cuando no sabías el impacto del patógeno o no tenías ninguna herramienta de gestión de los enfermos. Ahora que realmente sabes que el colectivo afectado son las personas mayores de 70 años y las personas de riesgo, ya puedes empezar a relajar medidas extremas.
En el momento en el que hay además hay saltos zoonóticos a otras especies de fauna silvestre, hay que pensar cómo manejar esa enfermedad para que haya un equilibrio con el virus y nos adaptemos a él. Dos años en tiempo sanitario es un momento. No podemos pretender que se solucione con vacunas o mascarillas. Hay que combinar muchas herramientas para hacer un control efectivo. No hay una solución mágica y en esta enfermedad está en una fase de adaptación entre el virus y los humanos.
¿Cuánto puede durar esa adaptación de la que habla?
Es difícil saberlo. Históricamente, si te fijas en las grandes epidemias, tardaron dos tres años en llegar a un equilibrio. Tardan tiempo, pero dos o tres años mínimo. Hay que darle tres o cuatro años. Dicen que la gripe rusa de finales del siglo XIX podía ser un coronavirus y fueron cinco o seis años. Aquí hay dos circunstancias: si lo comparamos con el SARS de 2004, vemos el nivel de globalización de la movilidad de la población china era muy inferior. Ahora tenemos algo que a nivel social y económico es un beneficio o una conquista, movernos libremente a una velocidad pasmosa.
El aumento de la globalización ha incrementado notablemente y nos perjudica. Permite translocar variantes que, de forma natural, se hubiesen quedado en territorios y ahora tienes decenas de variantes que se han paseado por todo el mundo. También vemos que cada vez las variantes son más transmisibles. La delta nos parecía super transmisible, la primera ómicron la superó, la XE dicen que todavía es más transmisibles aún. No necesariamente cada variante va a ser más leve que la anterior.
“El sentido común y la responsabilidad social depende de la percepción de riesgo que tengas”
Nacho de BlasEpidemiólogo
Si hay un aumento de contagios, ¿la ola será tan alta como la de Navidad?
No porque no la vamos a poder medir. Vamos a poder comparar los grupos de 60 en adelante que ahí sí que se hace un diagnóstico. Lo que no se busca no se encuentra. En Aragón estamos debajo de la media, pero el nivel de incidencia está por encima que el de hace un mes. Las de los hospitalizados, de momento, están en niveles contenidos y pensar que vamos hacia el buen tiempo nos favorece. Veremos si de camino al otoño hay que retomar alguna otra medida.
Al no haber tanta contabilidad, igual hay que apelar al sentido común y responsabilidad
El sentido común y la responsabilidad dependen de la percepción de riesgo que tengas. Si en mi entorno hay compañeros que se han contagiado y lo están pasando mal, esto hace que sea más consciente de las medidas que tengas que tomar. En nuestra clase de la universidad solo estamos con mascarilla los profesores y una alumna, y eso que estamos con las ventanas cerradas.
Por último, ¿qué tipo de medida se quedaría más allá de la pandemia?
La mascarilla pero no cualquiera, las que se ajusten bien a la cara. Pero no todo el mundo puede permitirse estar comprándose mascarillas constantemente. También te ayuda a no tener alergias. La medida fundamental es una adecuada ventilación de los espacios cerrados, igual que tenemos el tratamiento de agua potable o de alimentos o plagas. Es algo que debería ser universal. Se reduce notablemente la transmisión de los patógenos.
Bélgica o países bajos han invertido en sistemas de ventilación en espacios públicos o colegios. Va a ser una garantía, no frente al covid sino a otros virus contagiosos. Se debería de haber fomentado más la ventilación. En momentos puntuales con alta incidencia poner mascarillas en interiores, reducir aforos, intentar que la gente que esté infectada se quede en casa y no sea un elemento transmisor. Mientras no llegue la vacuna definitiva algo tendremos que hacer. Pero como somos una sociedad de blanco o negro no estamos conformes con nada.