El autor fue arquitecto municipal de Barbastro entre 1981 y 2011.
Barbastro sabe de riadas, inundaciones y daños catastróficos producidos por gotas frías, ahora llamadas DANAS, desde tiempo inmemorial. Su configuración orográfica posibilita estos desastres naturales. A ella se refiere, sin duda, el sobrenombre dado a la ciudad de ‘El Barranqué’.
Mucho se ha hecho para evitar las consecuencias de las lluvias torrenciales, yo diría las más importantes, pero aún quedan muchas por hacer.
En 1845 el gobierno de la ciudad desvió las aguas del barranco de Raboseras, también llamado Hondo, a su llegada a Barbastro, hacia el río Vero, a través del túnel de la Mina, una construcción basta sin revestimiento interior alguno, lo que evitó las gravísimas inundaciones que sufría el centro de la ciudad. Esta magnífica obra fue complementada con la construcción de la Alcantarilla Mayor y del hermoso paseo del Coso, que se arborificaría a continuación.
El 5 de octubre de 1965, la ciudad sufrió, como consecuencia del desbordamiento de su río, una inundación catastrófica, una de las mayores de su historia, que sería la última, pues el 12 de noviembre de 1970 se entregaban las obras de encauzamiento del río, con lo que quedaba satisfecha una de las aspiraciones más vivamente sentidas por Barbastro y una de sus más importantes mejoras.
Aunque la canalización del Vero eliminó una buena parte de los daños catastróficos de las riadas, la orografía del territorio a la que aludía antes aún posibilita la inundación de ciertos sectores de la ciudad.
En julio y septiembre de 2001 sendas trombas de agua de unos 50 litros por metro cuadrado, en menos de 45 minutos, provocaron inundaciones y daños importantes en las calles Graus, Guara, Ordesa, Boltaña, Benasque, Torreciudad, camino de Costean, avenida de los Pirineos (junto a las naves de Citroën y Angulo), General Ricardos, Tallada y zonas del Ensanche.
Obligaron al Ayuntamiento a llevar a cabo, en los siguientes años, la canalización de los barrancos de Vacamorta y Alfajarín y la limpieza y reforzamiento del túnel de la Mina que presentaba signos de ruina inminente y se hallaba semiobstruido, lo que constituía un gravísimo peligro para el centro de la ciudad, pues de generación en generación se había ido transmitiendo la inquietud con lo que podría suceder “si la Mina se cegase”; de obstruirse la Mina, provocaría la conversión del barranco en un improvisado pantano, que lanzaría, al rebasar los límites naturales de sus contenciones, una catapulta de agua y barro sobre la población.
Pocos años antes el Ayuntamiento llevó a cabo la reparación interior de la Alcantarilla Mayor, que también presentaba signos de ruina en algunos puntos, y reformó su trazado final para hacerlo más eficiente desde el punto de vista hidráulico.
¿Qué pasaría si se desencadenara una DANA en Barbastro?
Pese a las muy importantes obras realizadas, yo me pregunto: ¿qué pasaría si se desencadenara una DANA, como la de Valencia, en Barbastro, incluso menor, porque si en 2001, con 50 litros se produjeron tantos daños, qué sería con una gota fría de 400 litros? No lo quiero ni pensar, pero deberíamos pensarlo. En primer lugar el Coso y la calle General Ricardos que constituyen un cono de deyección en el que concurren las calles con gran pendiente como son: la avenida del Ejército Español, Vía Taurina, Fonz, La Seo, el Rollo, y parte de la carretera de Salas, que a su vez traen las aguas de las partidas de Los Oncenos, Remillón, Jareas y Raboseras, se convertiría en un torrente furioso que arrastraría todo lo que se encontrara a su paso: vehículos, contenedores, mobiliario urbano… –doy por hechos que las personas ya se habían puesto a salvo– e inundaría locales y sótanos.
Todos esos bienes acabarían en la plaza del Matadero, que taponarían el desagüe, muy pequeño, convirtiendo a la misma en un pantano. La corriente del agua y los trompazos de los automóviles contra los pilares de los porches de General Ricardos constituirían un peligro para la seguridad de los edificios. Sería posible que el Vero se desbordara al comienzo de la canalización, a la altura del azud de Aguas Potables, inundando el aparcamiento de la huerta Maza; hay un cartel, a la entrada, que advierte del peligro, y ocurriera lo mismo en el puente nuevo de san Francisco donde las vigas muerden los muros de encauzamiento, reduciendo la capacidad de desagüe.
El río podría desbordarse asimismo a la altura de la Feria, inundando ésta, debido a la arborificación espontánea existente en el cauce de aguas altas que irresponsablemente el organismo de cuenca ha permitido se desarrolle. El Arrabal y las naves industriales de las zonas situadas más arriba, se volverían a inundar por el agua procedente del camino de Costean, carretera de Graus y probablemente del barranco de Vacamorta. La plaza de la Tallada y la calle Corona de Aragón, a la altura de la gasolinera de Herrero, sufrirían asimismo graves inundaciones por las aguas de las cuencas hidrológicas situadas al otro lado de la variante de la carretera nacional N-240 que desaguan por las calles Ceferino el Pelé (antiguo barranco), el Castillo y La Merced. El Ensanche también sufriría inundaciones por las aguas provenientes del campo de fútbol y la ladera de San Ramón. Y no olvidemos las inundaciones que sufren las calles Tapiados, Cubos y zonas próximas al Campo de San Juan, con gotas frías mucho más pequeñas, por el desagüe del barranco de Linares desde la construcción del puente nuevo de la Ronda Norte.
Propuesta de soluciones:
- 1) Revisión del plan de emergencia municipal.
- 2) Estudio de inundabilidad de la ciudad y chequeo de la red de alcantarillado. A tal efecto es urgente y absolutamente necesaria la redacción de un proyecto de las obras de protección necesarias, redactado por un ingeniero especializado.
- 3) Ejecución de las obras contempladas en dicho proyecto.
- 4) En tanto se adoptan las medidas propuestas en los apartados 2 y 3, el organismo de protección civil deberá tener al día el protocolo de actuación correspondiente en coordinación con las administraciones municipal, autonómica y estatal, tales como avisos a la población civil de las predicciones de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), cortes del tráfico de calles inundables, retirada de vehículos de las mismas, traslado de personas a sitios seguros, especialmente de las personas mayores o con dificultades de movilidad, acopio de agua y alimentos. Etcétera.
Ójala que nada de esto ocurra. En su caso, ¡qué Dios nos pille confesados!