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Sinodalidad

El Cruzado
19 octubre 2021

Este domingo se abre en nuestra Diócesis la fase preparatoria de un nuevo Sínodo de los Obispos, primera etapa de un camino que ha fijado su meta en octubre de 2023 y en el que el papa Francisco le ha pedido a la Iglesia a que se pregunte sobre la sinodalidad.

Este es, pues, el Sínodo de la sinodalidad. Lo que sucede es que dicho así y sin más explicaciones, la sola expresión se nos puede antoja ajena. ¿Sinodalidad? Sin embargo, con algunos matices quizá nos parezca más cotidiana, cercana e interesante de lo que podríamos prever.

Un sínodo, el Sínodo, es una asamblea de obispos que se reúnen con el Santo Padre, en distintas ocasiones, para intercambiar pareceres y ayudar al Papa con su consejo en el gobierno de la Iglesia en temas diversos como la Amazonía o los Jóvenes, por citar algunos de los sínodos más recientes.

El que nos ocupa, y que se abrió oficialmente el pasado día 10, propone a la Iglesia mirarse a sí misma e interrogarse acerca de la sinodalidad, del syn –juntos– y del hodos –camino–, en definitiva, del caminar juntos.

Un caminar juntos que constituye un tema decisivo para la vida y misión de la Iglesia y, al tiempo, el modo concreto de andar este sendero en las tres etapas, diocesana, continental y universal, que el Papa ha planteado para un sínodo descentralizado.

El objetivo es que la Iglesia pueda aprender, a partir de este camino sinodal, qué procesos le pueden ayudar a vivir la comunión, realizar la participación y abrirse a la misión, las tres palabras claves de una convocatoria sobre la que sobrevuela la palabra escucha.

Pero para que alguien pueda poner el oído atento, otro alguien tendrá que compartir su voz y solo así esto funcionará.

¿Y quiénes son los convocados a esta comunicación? Somos todos.

Los que son parte activa de esta Iglesia, los que además quieren echar una mano y los que no, los que sienten que no pintan nada, los que solo pisan una iglesia para ir de boda o de bautizo y los que, directamente, no se sienten entendidos por esta Iglesia.

«También están invitados a hacernos llegar su voz, su reflexión, sus preocupaciones, y su dolor, todos aquellos a los que un día no supimos escuchar y se fueron y no los echamos de menos. ¡Enseñadnos a ser mejores cristianos! ¡Enseñadnos a recuperar la esencia de la comunidad cristiana que es la comunión, no la exclusión!», reflexionó la teóloga zaragozana Cristina Inogés, en la apertura del Sínodo.

No será sencillo. Caminando solo se va más rápido pero juntos se llega más lejos, sostiene una frase hecha.

Y cierto es que caminar juntos es una buena manera de andar los caminos, pero no solo los de la Iglesia, también los de esta sociedad herida de individualismo extremo, ciega y sorda a las realidades que no le interesan y temerosa, qué curioso, de opiniones minoritarias, contracorrientes, periféricas.

Y por eso la sinodalidad nos está interpelando a todos.

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