(“España de charanga y pandereta/…En vano ayer engendrará un mañana/vacío y por ventura pasajero…”. Antonio Machado.)
José, Pepe para los amigos, presidente de los fantasmas aragoneses, va a convocar a sus afiliados a una asamblea que se celebrará en la nueva y flamante sede de Barbastro en la casa en que ha instalado su residencia y las dependencias oficiales, no en vano tiene el cargo que tiene y necesita espacios varios para oficinas y salas de reuniones. Ha hecho un cambio importante: en pleno centro, con vistas al jardín y al edificio de la UNED y con su propio espacio a cielo abierto, amplio y soleado, en el solar que ha quedado vacío enfrente, en la calle del Dr. Martínez Vargas. El solar cuenta con valla que lo separa de la calle, razón por la cual es óptimo para las recepciones oficiales y saraos de todo tipo que organiza para deleite de sus acólitos y envidia de sus oponentes.
Pepe quiere dar el salto a la política nacional y esta asamblea para preparar la convención anual será el trampolín a ese nuevo destino, ya que puede presumir de habitar un lugar que es referente, y no sólo en Aragón, como destino vacacional y de congresos, tal es el número de edificios y solares vacíos disponibles para estos eventos. Va a reunirse, en esta mañana soleada de la víspera de San Ramón, con su Vicepresidente, un fantasma más joven, con ímpetu, que maneja como nadie las nuevas tecnologías y hasta dice que ha hecho un cursillo de Inteligencia artificial –ahí es nada– razón por la cual es la envidia de muchos fantasmas que se han quedado anclados en el pasado. Pepe no es que crea que esto sirve para mucho, pero ha logrado tener al sector joven de su parte y a sus oponentes dominados, o, al menos, callados. Cuando alguien rechista, les lanza a su vicepresidente, que suelta una retahíla de palabras hueras “algoritmos, sesgo, perfiles…” y los indocumentados, como él llama a quienes no comulgan con él, abren los ojos como platos, se quedan embobados y sin saber qué decir y él, a quien nadie gana en marrullerías, sigue en la poltrona y seguirá por los siglos de los siglos.
Así que Pepe ya está maquinando cómo hacerse con la Dirección nacional y su “Vice” le ha proporcionado datos de otras localidades que compiten con la suya en desidia, escasa limpieza, edificios ruinosos, solares tomados por la maleza, comercios cerrados y destartalados y un aire de resignación extremo. Quiere poner en valor- ¡cómo le gusta esta expresión que ha tomado prestada a sus colegas políticos vivos!- todos los encantos de esta ciudad que pueden hacer que destaque sobre las otras y él como líder incuestionable para lograr alcanzar el mando total. Su “Vice” le ha proporcionado un amplio dosier de Talavera de la Reina, localidad anfitriona de esta convención nacional, que ha pasado un trance parecido, y ha dejado atrás su historia de pompa y esplendor para pasar a ser un lugar decadente y vacío, un espejo en el que mirarse y en el que aprender.
La asamblea se celebra en el solar que ya considera su jardín, ha quedado una noche fresquita. Cuando terminen, irán a ver la hoguera, subirán hasta la ermita de San Ramón, les cuesta un verbo, un empujoncito de nada. Han sido, y aún falta, días de charangas varias, de festejos diversos en la ciudad y Pepe piensa que no tienen mucho que celebrar, pero ya le va bien a él que disfruten, inconscientes, mientras todo sigue igual, sin un plan coherente e integral que haga revertir la situación. Y él y los suyos siguen ocupando los mejores edificios del centro y convirtiendo en sus lugares de esparcimiento los solares más espléndidos.
Ante la hoguera, tras una fructífera asamblea, en la que ha aprobado cuanto llevaba en el orden del día, como siempre, Pepe sueña un poco. Se ve ya presidente nacional de los fantasmas e imagina una foto en la primera plana de El Cruzado Aragonés en la que barbastrenses, hijos y nietos de los que ahora lo habitan, sonríen posando desde la capital del reino en una reunión en la que no cabe un alfiler, mientras la que fue la ciudad de sus ancestros, vacía y triste, es, por fin, la ciudad de los fantasmas y él su jefe supremo, que recibe, emocionado, los parabienes de sus súbditos… Vuelve a la realidad. Aún no, tiempo al tiempo. Todo se andará. Danza ante la hoguera. ¡Que sigan las charangas!