Ahora y siempre
Ángel Pérez Pueyo Obispo de Barbastro
Ahora y siempre

Testigos del Misericordioso

Ángel Pérez Pueyo Obispo de Barbastro
06 abril 2025

Os invito encarecidamente a vivir la Semana Santa adentrándoos en el misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor, para que así podamos convertirnos en testigos del Misericordioso con todos nuestros hermanos.

El Evangelio de este quinto domingo de Cuaresma nos presenta una escena conmovedora de la vida de Jesús: el encuentro con la mujer sorprendida en adulterio. Un texto del evangelio que siempre nos interpela. Aquella mujer es arrastrada ante Jesús no por deseo de justicia, sino como excusa para ponerlo a prueba. No les importa su dignidad ni su historia; solo quieren una condena, solo buscan un renuncio de Jesús.

Él no responde de inmediato. Guarda silencio, se inclina y escribe en el suelo. Es el silencio de quien no se deja arrastrar por la presión ni por el juicio fácil; el silencio de quien sabe mirar más allá del error. Luego, con calma, dice: “El que esté sin pecado, que tire la primera piedra”. Uno tras otro comienzan a marcharse. Se quedan solos Jesús y la mujer. No hay reproches, solo una pregunta llena de ternura: “¿Nadie te ha condenado?” “Nadie, Señor.” Y entonces, esas palabras que sanan: “Tampoco yo te condeno. Vete y, en adelante, no peques más”.

Así debe ser el corazón del cristiano. No mira hacia otro lado frente a la injusticia o al pecado, pero tampoco destruye al que no obra adecuadamente. Jesús no justifica el mal, pero tampoco lo utiliza como arma arrojadiza. No es un juez severo, sino un pastor que busca al que se ha perdido, un padre que abraza, un Dios que restaura. Es el Misericordioso.

Este ha sido el modo con que hemos afrontado cada uno de los problemas, que no han sido pocos, en nuestra Diócesis: buscar el bien común salvaguardando la dignidad de cada persona y de nuestro propio pueblo. Que no haya entre nosotros quienes estén dispuestos a lanzar sus piedras arrojadizas: con calumnias, con palabras hirientes, con gestos de desconfianza, indiferencia o menosprecio. El Señor hoy nos propone la lógica del perdón, que levanta; la de la fraternidad, que sana; la de la esperanza, que construye.

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