Un geriatra es…
Un médico especialista en toda la ciencia del envejecimiento y que cuenta con una visión global del paciente. Nuestra aportación se sustenta en esa visión de conjunto. Porque hay que ver no sólo cómo la enfermedad repercute en ese paciente, sino en cómo el hecho de que sea una persona mayor influye en el hecho de llevar esa enfermedad.
Muchas personas tienen en mente la imagen de que nuestro paciente corresponde a una persona muy añosa, demente, en tratamiento sintomático-paliativo y que se encuentra en los últimos momentos de su vida. Esta idea no se corresponde a la verdad.
¿Su paciente obedece a un perfil?
Resulta complicado trazar un perfil único del paciente porque, por ejemplo, no lo podemos circunscribir a una edad determinada. Como características generales: una persona mayor de 75 años, que padece varias patologías, un cierto deterioro cognitivo.
Por otra parte, hay personas, por ejemplo con discapacidad intelectual, que debido a sus características precisan de un geriatra en etapas previas a cumplir los citados 75 años.
Porque las fracturas, la viudedad, un catarro… desencadenan otros problemas.
En los mayores se da un círculo complejo, un equilibrio frágil entre diversos factores: el social, el cognitivo, la movilidad, la salud mental. Quedarse solo pueden arrastrar a la persona hacia otros problemas: vivo solo, me deprimo y no me apetece cocinar, me alimento mal, no me relaciono, no salgo de casa, se resiente mi movilidad… me aíslo.
Nuestro paciente cuenta con unas peculiaridades que lo hacen especial. El anciano es muy vulnerable y cualquier patología repercute a nivel social, funcional o cognitivo. Ahí radica nuestra diferencia en que lo vemos en su conjunto.
Lo tratamos en la enfermedad aguda, pero también intentamos adelantarnos a futuros problemas porque también nos ocupamos de prevenir la discapacidad y la enfermedad. No debemos olvidar que el estado previo del mayor influye de forma determinante en la evolución de su patología, de su vida y de su autonomía.
No todos los mayores necesitan un geriatra.
Exacto. No por el hecho de cumplir años va a entrar un geriatra en tu vida. Sin embargo, sí existen diversos factores que potencian la necesidad de esta especialidad.
El envejecimiento de la población y el avance de la medicina han ocasionado que muchas patologías se cronifiquen. Y, además, no podemos olvidar que las enfermedades se desarrollan de diferente manera en las personas con edad.
Un ejemplo, en un anciano aquejado de neumonía para pautarle el antibiótico más acertado para él, habrá que tener en cuenta si sufre deterioro cognitivo, qué otra medicación toma y qué otras dolencias tiene diagnosticadas, si vive solo, cuál es su entorno. Todas estas cuestiones las tiene en cuenta el geriatra.
Lo mejor para él, a veces, pasa por retirar medicación.
Siempre se busca la adecuación. Cuando un médico opta por disminuir los fármacos de una persona, se trata de una decisión meditada y tomada con criterio. Y, habitualmente se obtienen buenos resultados. Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones, resulta más sencillo medicar que cambiar hábitos de vida.
Hablando de hábitos, ¿qué tenemos que hacer para envejecer de modo saludable?
Lo que sabemos ya todos. Cuidar la dieta, evitar el sobrepeso, sin alcohol, sin tabaco, vida activa con ejercicio físico, cuidar nuestra vida social, mantener activa nuestra mente.
Si lo sabemos ya todo y además, nos lo repiten los médicos de atención primaria. Si vamos cumpliendo estas premisas y cuanto antes mejor, tenemos muchas papeletas para disfrutar de un envejecimiento saludable.
Con el ejercicio físico, ahora recomiendan ejercicios de fuerza muscular.
Conforme vamos envejeciendo aumentan los estudios y conocemos más. Y, en efecto, para mantener los músculos fuertes convienen los ejercicios de fuerza y resistencia.
Caminar es mejor que no hacer nada de ejercicio, desde luego, pero para maximizar los beneficios se debe practicar una combinación de ejercicios aeróbicos (correr, montar en bicicleta, nadar) con ejercicios de fuerza (levantar pesas o hacer ejercicios con tu peso corporal).
¿Cómo describirían su trabajo en el Hospital de Barbastro?
Por tratarse de una población muy envejecida se infiere una presión asistencial muy elevada. Ingresan personas con una carga de enfermedad tremenda y edad avanzada. En geriatría existen diversos niveles de abordaje asistencial, pero lamentablemente, sólo estamos nosotras dos en plantilla y se ofrece un nivel asistencial básico. Por ejemplo, no existe un hospital de día geriátrico, ni consulta de neurogeriatría. Sin embargo, este hospital cuenta con un factor humano excepcional, con mucha gente joven con ganas de hacer cosas.
Hablando de la soledad, ¿cómo viven nuestros mayores?
Nos sorprende el alto porcentaje de personas que viven solas. Por otra parte se trata de unas generaciones fuertes, que han vivido una posguerra y han levantado un país. Muchos de ellos activos, de trabajo en el campo y hábitos saludables.
Y si buscamos una residencia, ¿en qué nos fijamos?
Lo primero conocer los motivos que nos guían. Si solo busco compañía, lo primordial será que te guste el lugar y tu apego hacia él. Además, otros factores determinantes los vemos en el número de trabajadores y los servicios que ofrece el centro. Si dispone de sala de rehabilitación, espacios al aire libre y dotación de personal. Si nuestro mayor está encamado debemos preguntar cuántas veces lo van a cambiar de postura o el pañal.