El humor y el costumbrismo impregnan la última novela del escritor José Antonio Adell, ‘En busca de Pedro Saputo. Las aventuras de Juan Captioso’. La novena entre los 80 libros que ha escrito entre novelas, ensayos, obras colectivas y artículos. “Quiere decir, como dicen mis hijas, que soy mayor”, afirma.
Fija su atención en el personaje de Pedro Saputo.
Sí. Es un personaje que ya es mencionado en 1600 y el escritor Braulio Foz escribió en 1844 la novela ‘Vida de Pedro Saputo’. Al principio no fue muy conocida, pero, a partir de 1965 se empieza a estudiar a fondo y se la considera una gran obra literaria. Incluso Ramón J. Sender fue un gran lector de ella, como muestra de una lista que recoge Foz en su novela y que también usa Sender.
Es un libro que me gusta y pensé en crear un personaje, que llamé Juan y, en vez de Saputo, que es sabio, Captioso (inteligente). La obra se desarrolla entre el año 1900 y 1928, cuando se inaugura la estación internacional de Canfranc. E introduzco personajes creados con otros reales, como Joaquín Costa o Miguel Fleta.
Juan Captioso se interesa por Pedro Saputo.
Sí. Juan Captioso tiene vida propia; en la escuela lee el libro de Pedro Saputo y dice que quiere visitar los lugares a los que fue. Algunas de las aventuras se repiten, como el viaje a la feria de Graus o el milagro de Alcolea. En este, Saputo ha congregado a mucha gente al pie de las ripas diciendo que se va a tirar si nadie dice que no. Todos le animan, pero él dice que hay uno que dice que no, él, y se marcha. Sin embargo, Captioso se tira, porque a principios del siglo XX ya había artilugios voladores y le traen uno de Sena.
¿Ha recuperado el elemento del humor también para esta novela?
Tenemos obras maestras de la picaresca, como el Lazarillo o El Buscón, pero ahora ese sentido del humor se da menos; se va más a la novela negra, a la histórica… Pensé en volver a la novela costumbrista, de tipo satírico, con humor.
Después de la pandemia, y ahora en guerra, pensé que también hacía falta un libro de humor. Es importante que la gente disfrute y el personaje tiene salidas muy peculiares, recogidas muchas veces en las historias de los pueblos.
¿Nos avanza alguna de esas historias ocurrida en el Somontano?
Juan Captioso viene al Somontano dos veces y Barbastro, después de Almudévar, es la ciudad que más aparece. Por ejemplo, se junta con un grupo de músicos que va a las fiestas de la Candelera de Salas Altas. Hacen un alto en Salas Bajas, donde les quitan los instrumentos y les piden que hagan un pasacalles para ellos si quieren recuperarlos. Así que aceptan y recorren las calles entre gritos de ‘¡Os habéis confundido de pueblo!’, ‘Haced también el baile, que bajen los de Salas Altas’ o ‘se habrán perdido, pero no había niebla’…
Y en un pueblo cerca de Barbastro, pasa la noche en la iglesia, donde todo está preparado para un funeral. Captioso observa al difunto y le llama la atención que tenga los ojos abiertos, hasta le parece que los mueve. A medianoche, oye un ruido y entra en pánico cuando ve al difunto de pie que dice: “Pero qué hambre me ha entrado. ¡Me comería a alguien!”. Captioso sale corriendo y otro hombre surge del confesionario: “¡Ah, malandrín, ya sabía yo que me engañabas! ¡Ahora me vas a pagar todo lo que me debes!”.
Son historias creadas, pero también hay otras reales. Como la que ocurrió en el trayecto en autobús de Barbastro a Aínsa. En el libro lo he cambiado a Campo; Juan Captioso, como carpintero, lleva una caja de enterrar. Como era costumbre, en la baca. En la historia real, empieza a llover y el encargado se mete en la caja para protegerse. En el trayecto, la gente va subiendo y bajando y cuando llegan a Morillo de Tou, el de la siesta saca la mano del ataúd y dice: “Aún llueve ¿o qué?”. Todos pegan un brinco, el autobús tiene que frenar… Se arma una…
La novela recupera también fragmentos de la obra de Braulio Foz.
Ha sido el punto de partida y así enlazo ambos personajes. Al principio de cada capítulo sale un texto recopilado de la obra de Pedro Saputo, con alguna vinculación. También incluyo reflexiones con alguna aplicación en el mundo educativo. Y al final, hay un estudio de la obra; un apartado con máximas y sentencias de Juan Captioso, todas disparatadas; una lista de todos los escenarios que aparecen en la novela y de los personajes ficticios y reales.
La dedicatoria del libro va para Almudévar.
Sí, por una anécdota. Tenía 23 años. Íbamos a Zaragoza cinco personas en mi coche, un Seat 127. Conducía un amigo y, a la altura de Almudévar, se despistó cuando le pedí que se pusiera el cinturón. Dio un volantazo; tras varias vueltas de campaña terminamos en una zanja junto al puesto de la Cruz Roja. A mí me tuvieron que excarcelar y, cuando salí, un hombre me dijo: “Zagal, hoy has nacido de nuevo”. De ahí la referencia.