«Cuenta lo que has visto y oído» es lo que nos pide el mensaje del Domund de este año.
¿Algo más oportuno en estos momentos que contar las propias experiencias de las esperanzas que vienen de la fe? Creer, en medio de este tiempo en reconstrucción, es bueno para vivir.
Y dar a conocer esta fe es como regalar lo mejor que uno tiene. Ser generosos para compartir lo que se tiene, ya es un grado alto de madurez.
Compartir la fe es, además, algo que brota de la misma posesión de la fe. Es como la luz: sólo es luz eficaz si alumbra a otros. De poco valdría si se iluminara sólo a sí misma.
El papa Francisco, en su mensaje para esta Jornada del Domund, ha vuelto a decir claro que no nos guardemos para nosotros la fuerza que da la presencia de Dios en la vida, personal y comunitaria, y que imitemos a los misioneros, a los que califica de hombres y mujeres extraordinarios, que «cuentan lo que han visto y oído» en sus propias experiencias de fe.
«Si tienes fe, no te quedes en casa», podría ser una aplicación del mensaje del Domund de este año. Sal a las periferias del mundo y sé mensajero de amor y de compasión. Eso hacen los misioneros, que fueron capaces de ponerse en camino y dejar su tierra y sus hogares, imitando así al primer evangelizador, Jesús, siempre misionero itinerante «que pasó por la vida haciendo el bien».
Ser testigos del amor de Dios, ser misionero donde cada uno esté, no es algo del pasado sino algo permanente y esencial.
Son tiempos recios para la fe. Hay sequía e invierno vocacional, al menos en nuestro Occidente que se autoproclama avanzado, y sufre otras sequías de valores esenciales que están inquietando a sociólogos, psicólogos y moralistas.
Y, teniendo en cuenta esto, lo que decimos hoy en nuestra reflexión es que no vale quedarse en un inmovilismo diciendo que las cosas están mal, sino que hay que creer en el futuro y hacerlo con fe y con esperanza.
Creer y vivir un Domund, oportuno en nuestro hoy, puede suponer un impulso para trabajar por un mundo mejor.
Este Domingo Mundial de la fe, nos está diciendo que la fe no se puede vivir individualmente, que la fe se vive en comunidad y que se posee para comunicarla con palabras y obras.