Alto Aragón

¿Un mundo sin ganadería intensiva? De las críticas a la defensa a ultranza

El sector ganadero se ha visto envuelto en la polémica. Aclaramos conceptos y conocemos cómo funciona

Granja-porcino
Una de las muchas granjas de porcino que existen en la provincia de Huesca. Foto: S.E.
Ruth Zamora Zamora
24 enero 2022

El sector de la ganadería se ha visto envuelto en la polémica en las últimas semanas. El detonante, las declaraciones del ministro de Consumo, Alberto Garzón, al periódico inglés The Guardian. Garzón, tal y como hizo ya el pasado verano, defendió un consumo excesivo de carne y, sin solución de continuidad, lo relacionó con el modo de producirla; mezclando en una misma frase conceptos de ganadería intensiva y extensiva, macrogranjas y calidad de la carne producida. Un batiburrillo que se ha convertido en un ataque en toda regla para el conjunto del sector ganadero y que ha llevado a políticos de todos los colores a visitar granjas de todo tipo para “defender” el sector. 

Nada más conocer las declaraciones de Garzón (que, en realidad, se habían publicado a finales de diciembre), los partidos políticos empezaron la ofensiva. Como punto en común, la defensa de la ganadería. El PSOE pidió la reprobación del ministro y el PAR, su dimisión. Luego, se sucedieron las visitas a granjas. Chunta se fue a la Jacetania a una explotación familiar de ovino para reclamar que la Unión Europea defienda la ganadería extensiva. Y el PAR, en el Jiloca turolense, defendía el papel de la ganadería intensiva en el medio rural. También el PP, en esta ocasión el comarcal, ha visitado esta semana una granja de porcino.

“Las palabras de Garzón son coherentes con la ciencia actual en materia de medio ambiente y de salud”

Ecologistas en Acción

El presidente del Gobierno de Aragón, Javier Lambán, que no escatimó en tuits en contra del ministro, aprovechó la visita a una planta industrial de elaborados cárnicos para anunciar que “promoverá un gran pacto por la sostenibilidad para reducir las emisiones difusas hasta un 40 por ciento en los próximos años”. Salía así al paso de las denuncias de contaminación de las llamadas “macrogranjas”, negando que existan las que pongan en entredicho el trato animal, la calidad de los productos cárnicos ni afección medioambiental. 

Las idas y venidas se han traducido en mociones como la aprobada por unanimidad el viernes pasado en el pleno de la Diputación Provincial de Huesca. Una resolución de apoyo al sector agrícola y ganadero y la reprobación del ministro Garzón por sus palabras, para las que exigen una rectificación.

Ecologistas en Acción

La coyuntura fue aprovechada también por colectivos como Ecologistas en Acción, que han vuelto a mostrar su rechazo frontal al modelo de producción intensiva de carne. Y lo hicieron a través de  un comunicado enviado la semana pasada de manera conjunta con Amigos de la Tierra, Greenpeace, SEO/BirdLife y WWF. El título ya era toda una declaración de intenciones: “Ganadería industrial: beneficios para unos pocos a costa de degradación ambiental y abandono rural”.

En él, pedían al Gobierno una moratoria a la ampliación o aprobación de nuevas explotaciones, así como un apoyo decidido a la ganadería extensiva, “la única alternativa realmente sostenible a la producción ganadera industrializada, capaz de contribuir a otros retos como la lucha contra el despoblamiento rural y la crisis climática”. Los ecologistas también abogan por un “debate sosegado y urgente, sin intereses partidistas”.

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Ganadería extensiva. Foto: S.E.

El comunicado también incluye con el apoyo a las palabras del ministro Garzón: sus palabras “son coherentes con la ciencia actual en materia ambiental y de salud pública y están avaladas por organismos internacionales de máxima credibilidad como el IPCC, el IPBES o la OMS”.

Y señala el modelo ganadero industrial como responsable de deforestación, destrucción de la biodiversidad, contaminación de aguas, suelos y aire, contribución al cambio climático, despoblación en zonas rurales donde se asientan macro explotaciones y problemas de salud derivados de dietas excesivamente carnívoras y el abuso de antimicrobianos.

Una falacia

Una visión que desde ASAJA Aragón califican de “falacia”. Su director, Javier Folch, califica de “increíble” que el ministro, “que tendría que ser el gran embajador de los productos que hacemos en España, salga al exterior a hacer una denuncia como la que ha hecho de la ganadería”.

Y es que, explica, en Europa “estamos haciendo los alimentos más sanos del mundo, con todo supercontrolado” y alude la extensa normativa que rige el sector, con una trazabilidad con la que se controla desde que se siembra una semilla hasta lo que come cualquier animal de ganado. “¿Qué tenemos que hacer? ¿No hacerlos aquí? ¿Que los hagan en otros países que no tienen los requerimientos ni normativa que tenemos aquí?”, plantea. “Lo que nos comamos aquí de Europa no lo puedes comer en ninguna parte del mundo, salvo, quizás, Estados Unidos y Australia”.

En el centro de la polémica, además, están los diferentes tipos de ganadería: intensiva y extensiva. En la provincia de Huesca tenemos de todo: en general, la ovina se cría en extensivo, igual que una parte del vacuno (principalmente en los valles pirenaicos); en intensivo, otra parte del vacuno, la mayoría de avícola y el porcino.

Cabe recordar que la ganadería extensiva es la que sale a pastar en grandes extensiones de terreno, donde el ganador se mueve con libertad; si bien, en algún momento del año está estabulado con forrajes o pienso. La intensiva es ganado estabulado, en granjas, alimentados directamente con piensos y sin salir al exterior.

“La ganadería intensiva es necesaria, se hace con muchos rigores y sin ella no se podría alimentar a todo el mundo”

Javier FolchDirector Asaja Aragón

En la provincia de Huesca, “muy potente en el sector primario”, en palabras de Folch, somos deficitarios en cereal y es necesario importar; lo contrario que la carne: “Somos eminentemente exportadores, sobre todo en el sector porcino, que está muy desarrollado con un modelo, el integrado, que solo se conoce en España”, explica. 

Otro tema bastante desconocido es el de los precios del sector. “Lo ideal sería que funcionara conforme a la oferta y la demanda, pero esto no es así”, indica el director de ASAJA Aragón. Y es que, al tratarse de alimentos básicos, un sector esencial (hay que pensar qué pasaría si se dispararan los precios y hubiera quien no pudiera pagarlos), entra en juego la Política Agraria Común, la PAC europea. 

“Normalmente los precios se fijan en las lonjas e influyen los mercados internacionales, pero no funciona todo como debería”, apunta Folch. Y analiza lo ocurrido en los últimos meses. Cuenta que ha habido especulación en los mercados de Chicago (el principal para el cereal) y que China decidió comprar todas las reservas de gran parte del cereal ante un posible problema de abastecimiento. “Esto ha generado tensiones en los precios, que se han disparado. Muy bien para vender, a la hora de cobrar a nivel agrícola. Pero, al final, ha provocado un incremento en todos los insumos: semillas, fitosanitarios, gasóleo, electricidad… El incremento de costes ha sido tan potente y exagerado que el sector primario entre en una pequeña crisis: no sabes si puedes sembrar o echar abono; o comprar pienso para el ganado”.

¿Sin ganadería intensiva?

Y como las críticas se han referido, principalmente, a la ganadería intensiva, ¿sería posible un mercado sin este modelo? Folch argumenta: “El extensivo es la ganadería bonita, pero no vale para alimentar al mundo”. Y es que si en 1950 éramos 2.500 millones de personas en el mundo, se prevé que para 2050 seamos 9.000 millones. “La ganadería intensiva es necesaria, se hace con muchos rigores para que la carne sea de igual calidad. Con solo ganadería extensiva no alimentaríamos ni al 20 por ciento del mundo, no podríamos comer”, ataja. 

Finalmente, Javier Folch se dirige a quienes critican el intensivo: “Igual nos sobran también las macrociudades, que son supercontaminantes y nada sostenibles; el 99 por ciento de la gente vive amontonada y hacinada en bloques de hormigón. Es una humanidad en intensivo. Y en los pueblos seríamos en extensivo”, expresa con enfado. Un poco más relajado añade que “invitaría a muchos a que vinieran a pasar temporadas aquí a ver cómo sabemos hacer las cosas bien”.

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