A finales de julio de 1934 aparecía por primera vez en las páginas de El Cruzado Aragonés un anuncio de Almacenes San Pedro: “Trozos…! De todos los tamaños, de todas las calidades, para todas las aplicaciones. Se liquidan desde el día 28 de julio casi sin ningún valor”. Así se anunciaba un comercio que ha marcado la vida de gran parte de los barbastrenses.

Desde entonces, en períodos intermitentes, este negocio aprovechó la ventana de este medio para dar a conocer sus ofertas, primero como Almacenes San Pedro, después como Simeón hasta su cierre en 1986 (el primero como razón social, el segundo, nombre comercial). Luego fue el sector de los supermercados el que ocupó las instalaciones, dejando su poso en la historia barbastrense más cotidiana desde su ubicación en la plaza del Mercado.

Así concluye un pequeño repaso al que ha sido uno de los hitos que han contribuido a que Barbastro reciba el apelativo de “ciudad comercial”. Y como una población no debe distinguirse por poner todos los huevos en una sola cesta, a lo de “comercial” habrá que añadir otros adjetivos, como “deportiva”, “patrimonial” o “cultural”.

Así que nada mejor que se cumpla un anhelado deseo: convertir los antiguos Almacenes San Pedro en una moderna biblioteca que solucione los problemas de espacio de la actual. Un deseo del que nos encontramos cada vez más cerca. Existe el proyecto, han comenzado los trabajos y, además, el Ayuntamiento cuenta con un buen pizco de fondos europeos para financiar el proyecto.

La futura biblioteca seguirá manteniendo reminiscencias del pasado, pues el edificio de 1923, catalogado como bien de interés arquitectónico, va a mantener elementos característicos. Así, la luz continuará entrando por esos grandes ventanales adovelados y se podrá acceder a la primera planta por la gran escalera. La cultura tomará el relevo al comercio y todos podremos seguir disfrutando de un pedacito de la historia de Barbastro.