Ha empezado otro año. Y, según se dice, cada nuevo año todos nos proponemos lograr algo que nos cuesta o que deseamos y no solemos conseguir. La verdad es que cuando se oye a algunos tertulianos, políticos o personajes de la prensa sensacionalista exponer sus buenos propósitos de Año Nuevo, uno desearía que no hubiera finalizado el anterior para no tener que soportar tanta tontería. De manera que para empezar el año con buen pie, ahí va un decálogo de buenos propósitos algo diferente, quizás hasta divertido para los amantes de la lectura y la escritura, entre los que está usted, sin duda, querido lector.
Primero: No leerás las memorias del príncipe inglés que han salido estos días a bombo y platillo. No porque uno vaya a favor o en contra de la Monarquía como sistema, sino porque la literatura de Memorias es algo serio y este y otras gentes similares, jovencitos contando nada o sus miserias, que viene a ser lo mismo, la envilecen y la degradan.
Segundo: Releerás a los clásicos. Es preferible antes que leer lo que la publicidad nos mete por los ojos y los oídos, aunque se trate de los títulos más vendidos o premiados.
Tercero: Leerás más. Era entrañable aquel anuncio televisivo de mi infancia: “Un libro al año no hace daño, pero es costumbre más sana un libro cada semana”. Pues eso, no hay costumbre mejor.
Cuarto: Leerás textos en papel. Nada de soportes digitales. El papel tiene vida propia, nos acerca a la historia, nos mete dentro de ella de verdad.
Quinto: Dejarás los teléfonos móviles para su función originaria. Se podría leer el Quijote, los Episodios Nacionales y varias novelas al año en el tiempo que se pierde en leer bobadas, mal expresadas, además, de esas que circulan por ahí.
Sexto: Cuidarás la ortografía, si no puedes evitar usar las denominadas redes sociales o el Wasap. No tiene por qué estar esto reñido con escribir con corrección.
Séptimo: Dejarás de utilizar la palabra “vale” para todo, venga o no venga a cuento. Dicho término tiene muchos sinónimos, de manera que no es difícil hallar cualquier otro que lo pueda sustituir sin necesidad de usarlo cinco veces o más en la misma frase.
Octavo: Otrosí: Dejarás de utilizar la palabra “tema”. Tenemos una lengua rica, desterrar este término es sencillo.
Noveno: Evitarás utilizar la absurda frase “como no podía ser de otra manera”. Ya la usan sin tasa nuestros políticos, poco dotados para la oratoria, para justificar algunas de sus tropelías.
Décimo: Dejarás de usar palabras inglesas con la absurda pretensión de resultar más sofisticado o moderno. Resulta ridículo. Nuestra lengua es preciosa, hay que sentir orgullo de este patrimonio. No tiene sentido usar términos de otra sin ton ni son.
Y estos diez propósitos, sin ánimo de ser irreverente, se resumen en dos: amarás la palabra y no la usarás en vano. Así sea.
Bueno pues otro día sin hablar del Gobierno. Hubiera sido un buen propósito para este año: no hablar más del Gobierno. Pero sería aburrido. Feliz Año Nuevo.