Acabamos de despedir 2022 y, a modo de recordatorio, hago un elenco de algunas de las actividades que se han realizado con la única pretensión de dar gracias a Dios por el camino recorrido y pedirle fuerzas para seguir.
Hemos sido anfitriones de dos importantes citas nacionales: las Jornadas de Pastoral Gitana –en la ciudad del primer beato gitano, el Pelé– y la cuadragésima edición de las Jornadas Nacionales de Patrimonio Cultural de la Iglesia, centradas en el desarrollo local y el patrimonio.
Un patrimonio que nos ha dejado, por ejemplo, la rehabilitación de la iglesia de San Pedro de Binéfar, tan sostenida por la acción popular y que en 2023 se pintará gracias a la acción de voluntarios; la reapertura de la Torre de la Catedral de Barbastro; y la nueva descripción museográfica de nuestra cajita mágica (el Museo Diocesano) con las obras recuperadas de las parroquias aragonesas.
Nuestras 254 comunidades cristianas se han reajustado en 8 unidades pastorales (una parroquia integrada por varias parroquias) con sus equipos laicales y sacerdotales en clave misionera que las están sirviendo de manera coordinada con los animadores de la comunidad, voluntarios de Cáritas, Manos Unidas y Pastoral de la Salud, catequistas, profesores de religión, equipos de liturgia, grupos apostólicos, cofrades….
La Hospitalidad de Lourdes ha celebrado sus bodas de plata como peregrinos, volcándose de lleno en la atención a nuestros enfermos y ancianos de cada una de las unidades pastorales.
Se ha redactado el Plan Mariano de Evangelización para nuestra diócesis, con el objetivo de impulsar y adecuar eclesialmente nuestra devoción a la Virgen como mediación para el encuentro con el Señor.
Como broche de oro, en agosto, tuvo lugar la peregrinación a Santiago con 65 jóvenes de nuestra Diócesis y en noviembre la apertura de la Causa de Beatificación del siervo de Dios Feliz Sánz Lavilla y 251 mártires más de nuestra diócesis. A ellos, y a nuestros 79 beatos mártires, entregamos el año vivido y encomendamos el que acabamos de iniciar.