No sé cuántos lectores sabrán qué película recibió el óscar al mejor film de este año, o cuál fue el óscar a la mejor actriz, o al mejor film extranjero, por ejemplo. Tampoco sé si recordarán que en esta ceremonia se reunieron el director y los protagonistas del primer padrino, 50 años después de su estreno: allí estaban los italoamericanos; Coppola, De Niro y Pacino, que nos han enseñado como pocos a amar el cine.
Todo eso y mucho más quedó ensombrecido porque esta ceremonia ha sido la del guantazo.
Las imágenes pasarán a los anales de la historia por motivos nada cinematográficos. Rock, en el escenario, hace un comentario desafortunado sobre la mujer de Smith. Éste se levanta, se acerca al escenario y le suelta un mandoble tremendo al pretendido gracioso. Al volverse a sentar, le grita al presentador que jamás vuelva a salir ni una palabra de su “puta boca” sobre su esposa. El público queda desconcertado, Rock salva la papeleta y sigue con su discurso…la ceremonia continúa.
Minutos después Will Smith recibe el óscar al mejor actor. Vuelve a subir al escenario, ya no con intenciones malévolas, y –entre lágrimas– lanza un alegato en favor de la unión de la familia, del respeto y el amor. Aplausos. Sigue la ceremonia.
A las pocas horas se desató una oleada de comentarios sobre la cuestión; unos, afirmaban que Smith se había pasado; otros decían que la culpa era de Rock, por esos chistes sobre una enfermedad; había quien comentaba que Rock se lo merecía; muchos coincidían en que quien dice una inconveniencia se arriesga a que le partan la cara.
La polémica que se suscitó posteriormente de la ceremonia de los Óscar es totalmente inconcebible. Smith profanó un escenario, ofendió a todos los asistentes, reventó una ceremonia, faltó al respeto a los homenajeados y menospreció, en definitiva, al cine con un acto de violencia en público. No sólo fue una bofetada a un mal e irrespetuoso presentador; fue una bofetada a todos.
Sus emocionadas palabras en defensa de la familia sonaron absolutamente falsas. Que alguien, en el papel violento de machirulo ofendido, que defiende el honor de su esposa a bofetadas, hable del amor y la familia, resulta absolutamente hipócrita. La benévola actitud del público aplaudiendo, condescendiente, este discursito entre lágrimas, no hizo más que agravar más la sonrojante ceremonia.
Algún chistoso decía que a Will Smith le hubieran podido dar el premio al mejor actor de “reparto”… o incluso el premio “Donostia”.
Impresentable, vergonzoso, una absoluta vergüenza. Una auténtica bofetada al cine.