Editorial
El Cruzado
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Una bofetada en la cara

El Cruzado
28 enero 2022

Al menos una vez al año, Manos Unidas reclama nuestra atención para recordarnos que hay millones de personas en el mundo que tienen poco o nada que llevarse a la boca. Un tercio de los seres humanos no accede a alimentos adecuados, sobrevive y punto.

Y junto a los alimentos, podemos poner el agua, la sanidad, la educación, la seguridad… Hombres y mujeres con sueños, con familias, con ilusiones, condenados a soportar una vergüenza estructural, la del hambre, como llave a una condena que incluye ser víctima de explotación o pasto de los movimientos extremistas.

Esta oenegé de desarrollo de la Iglesia Católica y de voluntarios lleva desde 1960 luchando por paliar el hambre que padece una parte de la Humanidad y recordando a la otra parte que no puede permanecer ajena a esa realidad. Que nueve de cada diez personas de los países empobrecidos no hayan accedido a una sola dosis de la vacuna debería abofetearnos la cara cada mañana, ante debates inútiles de ciudadanos hartos de todo.

No es momento para encogerse de hombros y pensar lo lejos que están y lo poco que podemos hacer. Todo lo contrario: Manos Unidas nos invita a pasar a la acción, porque desde aquí podemos hacer mucho.

Lo vienen demostrando estas mujeres que el año pasado ayudaron a una comunidad indígena de Paraguay, el anterior se fijaron en Guatemala y este año han puesto sus miras en India. En mujeres, adolescentes y niños a los que apoyar, con generosidad y desprendimiento, para que se transformen en motor de desarrollo dentro de sus comunidades.

Y a pesar de las limitaciones de la pandemia, que el año pasado impidió celebrar muchas de sus actividades recaudatorias, Manos Unidas cumple puntualmente con su compromiso y con sus proyectos. Lo hace pidiendo para personas que ni siquiera conocen pero ante las que se sienten, porque lo son, hermanas.

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