Reconozcamos que nos cuesta salir de nuestro mundo y que nos da miedo conocer los problemas de los demás porque nos incomodan. Hoy la información es abundante, hasta completa, pero si la oímos como quien oye llover, pasamos de largo y seguimos con lo nuestro.
Manos Unidas, la organización de la Iglesia católica en España para la lucha contra el hambre y la pobreza que sufren los pueblos más excluidos del planeta, nos vuelve a presentar su Campaña y este año con este mensaje: frenar la desigualdad está en tus manos.
Relean el artículo primero de la Declaración Universal de los Derechos Humanos firmada en París el 10 de diciembre de 1948: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. Leer esto setenta y cinco años después, y quedarse fijo comprobando el mensaje real de Manos Unidas, lo menos que debería dar a la humanidad es vergüenza. Y hemos de seguir luchando para que se logre que haya en todo el mundo personas libres de pobreza, hambre y desigualdad.
En la Agenda 2030 se insta “a poner fin a la pobreza y el hambre en todo el mundo de aquí a 2030, a combatir las desigualdades dentro de los países y entre ellos, … y a proteger los derechos humanos…”. Nos unimos a este propósito aunque lo que nos están demostrando estos ya 23 años del siglo XXI llamen al desánimo. Manos Unidas nos llama al ánimo y al compromiso y creemos que puede ser posible si cada uno hace lo que tiene que hacer. Muy real su mensaje: Frenar la desigualdad está en tus manos.
En la diócesis de Barbastro-Monzón, Manos Unidas pretende este año financiar con la ayuda de todos un proyecto en Malawi. Se trata de mejorar el acceso del agua, saneamiento y formación en higiene para las 15 escuelas de la población de Kasipa que agrupan a 12 mil alumnos. Está en nuestras manos que esto sea posible.