Este jueves 30 de mayo, la iglesia de San Francisco de Barbastro se llenó de gente en la despedida de las Siervas de María. Un acto institucional y una eucaristía para expresar gratitud por su labor en la ciudad durante 135 años y tristeza por este adiós.
Tal y como se hizo público hace unos días, la congregación cierra su casa en Barbastro, en donde se instalaron en 1889. En el acto de despedida de las Siervas de María se recordó que llegaron cuatro hermanas a una primera sede en la calle La Seo. El 1 de febrero de 1895 se trasladaron a su nueva casa a la calle Las Fuentes, “con la casa sin acabar”, recordó la conductora del acto, Ascen Lardiés.
Acto de despedida de las Siervas de María
Así comenzaba este acto de despedida de las Siervas de María, protagonizado por dos palabras: gracias y tristeza. Gracias “por una labor imposible de resumir”, avanzaba Lardiés. También por hacer “presente la ternura de Dios noche a noche, con una actitud de cercanía, humildad y escucha”, añadió Julia Lirios Tormo, delegada de Caridad de la Diócesis de Barbastro-Monzón.
Tormo expresó el sentimiento de tristeza por la marcha. “Todo Barbastro la siente. Dejáis un hueco en nuestra vida”, añadió. Y concluyó con esperanza, “porque nos dejáis un legado del amor que nos habéis entregado”. Y es que, tal y como recordó la delegada de Caridad, las Siervas de María han contribuido a la formación de los integrantes de la Pastoral de la Salud. Ellos toman el relevo para acompañar a enfermos, ancianos y a quien sufre soledad.
En el acto también se excusó la presencia de un representante del Hospital de Barbastro, desde donde también trasladaron esas “gracias por tanto acompañamiento” en sus instalaciones.
El alcalde de Barbastro, Fernando Torres, agregó que se trata de “un día triste porque abandonan la ciudad”. Y leyó la carta de despedida que envió hace unos días a las Siervas de María. En ella, de nuevo la palabra más repetida en este acto: gracias. “Por todo el trabajo, dedicación y cariño en noches y noches de acompañamiento”, indicó. En representación de este sentimiento, entregó una réplica de la torre de la Catedral a la madre superiora provincial de las Siervas de María, Soledad Tellechea.
Tellechea tomó la palabra para recordar que la madre fundadora de las Siervas de María, Mª Soledad Torres Acosta, “quería que sus hijas fuéramos testigos de Jesús, que cuidáramos a enfermos sin mirar su condición y gratuitamente”. La superiora también dio las gracias. En este caso, al obispo y a todos los sacerdotes que las han asistido.
“Nunca nos ha faltado de nada”, añadió, recordando cómo durante la pandemia no hubo día en que dos, tres, cuatro personas se acercaban a su casa a llevarles algo. “Gracias por lo mucho aprendido y recibido”, concluyó.
El mensaje del obispo
El obispo, Ángel Pérez Pueyo, cerró las intervenciones con un “gracias, gracias, gracias”. Pérez felicitó la valentía de la congregación porque la marcha se debe a “la reestructuración y revitalización” de la orden. “Esto solo lo hace la gente valiente, con esperanza en el futuro”, añadió. En cualquier caso, pidió a las Siervas de María que “no se vayan con tristeza porque se van con los deberes hechos”.
El acto, antes de la eucuaristía, finalizó con la entrega de unos recuerdos para las hermanas de las Siervas de María. Por un lado, la Diócesis les obsequió con una placa recordatorio de sus estancia y labor en Barbastro. Por otro, el obispo entregó a cada una de ellas una capillita de la Virgen del Pueyo.
La madre superiora anunció que, de dos en dos, las monjas que se encuentran en Barbastro (Ana María, Begoña, María Cruz, Adoración, Isabel y Carmen) marcharán a Pamplona, Zaragoza y Barcelona.