María Torres, original de Peralta de Alcofea, es deportista desde la cuna. El tenis y el esquí son dos de sus grandes pasiones, a las cuales les dedica gran parte de su vida.
Tras un punto de inflexión en su vida, tuvo que amoldarse a una nueva realidad, la de competir en deportes adaptados. Esta afición la compagina con su vida cotidiana, dado que actualmente trabaja como maestra de inglés en una academia.
¿Cómo comenzó su historia con el deporte?
Desde pequeña, siempre me ha gustado hacer deporte en el colegio y en el instituto. Respecto al tenis, conozco a Wladi desde que tenía ocho o diez años que empezamos a hacer los campus y, desde entonces, no hemos parado. Con el esquí, un poco lo mismo. Recuerdo que hacíamos salidas de esquí con el colegio y con Montañeros de Aragón. Siempre me apuntaba, y así poco a poco fui aprendiendo.
¿Cómo vivió la transición de hacer deporte de pie a hacerlo adaptado?
Jugando a tenis, lo que más me costó fue aprender a mover la silla durante las primeras veces. Me costó mucho aceptar la realidad de que tenía que correr con una silla de ruedas. Yo sabía golpear las pelotas a la perfección, pero, si no corría, no llegaba a la bola. Entonces, cuando estaba en parado, le daba muy bien. Eso me costó un poco. Un tiempo de adaptación, y de entrenamiento también.
¿Cómo es participar en torneos de tenis adaptado?
He empezado a competir este año. En realidad, yo salgo a competir a nivel nacional, pero también lo he hecho a nivel internacional porque somos muy pocas chicas en España. Entonces, cuesta mucho. Estamos tratando de impulsarlo a nivel estatal para poder realizar cuadros nacionales. Hemos realizado dos open nacionales, uno en Marbella y otro en Almussafes, pero en el resto de competiciones en España me enfrentó a chicos. Lo que he hecho este año ha sido participar en todos los internacionales de España.
¿Cómo están estructurados los deportes adaptados en España?
En los últimos, el tenis adaptado pertenece a la Real Federación Española de Tenis. Son ellos quienes nos gestionan las licencias. Antes, pertenecíamos a la Federación Española de Deporte de Personas con Discapacidad. Esta institución recogía muchos deportes, pero el tenis salió de allí. Tenemos grandes deportistas como Martín de la Puente, que ganó en dobles del US Open. Es un Gran Slam ganado por el primer español, eso es superguay. En general, queda muchísimo camino que recorrer, sobre todo para tener más ayudas económicas porque el material es muy caro.
¿España es un buen país para este tipo de tenis?
Tenemos deportistas como Daniel Caverzaschi o Martín de la Puente, que están jugando sus primeros Grand Slams. La verdad es que son un ejemplo y están abriendo muchas puertas. Hay muchos otros países, como Holanda, donde los deportistas en silla de ruedas son considerados igual que la gente que juega de pie. Entonces, si son gente a las que le ponen becas, se dedican solo a ello, entrenan cuatro horas al día… la inversión que realiza ese país consigue grandes resultados.
¿Cómo se gestiona material, transportes…?
Sale de mi bolsillo. Me lo gestiono yo. Con respecto a los campeonatos de España, la federación sí que te puede ayudar. Por ejemplo, este año estuvimos en Miranda de Ebro con el campeonato de España de comunidades autónomas, y yo era la única chica. Allí no tuvimos que pagar inscripción, pero, en el resto, te pagas inscripción, hotel, transporte…
¿Cuál ha sido el mejor momento de su vida deportiva?
No sabría decirte un recuerdo, pero sí me acuerdo de cuando estaba en el hospital después de que me operaran en el Institut Guttmann, que es un hospital para personas con paraplejía o lesiones medulares. Ese no fue mi gran momento, pero sí que es verdad que una vez que me operaron, estuve en silla de ruedas durante varios meses hasta que aprendí a caminar, luego con las muletas… La primera vez que me vi la cicatriz de la espalda, lo primero que pensé fue “lo único que quiero es volver a jugar a tenis”. Era lo único que esperaba que no me quitaran. ¿Qué era aquello que no quería que me quitasen en mi vida? El deporte.
¿Y el peor?
En general, ha sido cuando he pasado por lesiones. Por ejemplo, yo me compré mi silla de esquí, que el material deportivo adaptado cuesta muchísimo dinero. Me acuerdo que el primer día que estrenaba la silla, tuve una caída y me lesioné. Aquel día pensé en lo que me esperaba por delante. En ese momento sí que me hundí al ver todo el esfuerzo que había hecho hasta llegar allí para comprarme mi primera silla deportiva, que son muy costosas.
El esquí me ayudó a aceptar mucho más que no puedo practicar algunos deportes sin silla. Porque mi silla del tenis me la ha prestado la Federación Catalana de Tenis y gracias a esa silla he llegado hasta aquí, pero ahora necesito una silla más competitiva, hecha a medida, y este es mi objetivo para la próxima temporada.
¿También hay un ranking ATP adaptado?
Nosotros tenemos un ranking propio, pero se conoce por las siglas de ITF. Esto es un ranking mundial, donde están todas las tenistas. Si pasas una ronda, vas sumando puntos. En todos los internacionales que he competido he pasado ronda y me he puesto la número setenta y nueve del mundo, o así. Estoy más o menos en la mitad. Hay unas 160 chicas. Mi objetivo era pasar una ronda, pero he pasado en todas las que he competido. Ya estoy en el top 100 y eso está muy guay.
¿Qué dificultades ha encontrado a la hora de practicar deporte adaptado?
Un deportista con discapacidad tiene un desembolso mucho más grande que otro deportista sin ella: ya no solo necesitamos fisioterapia como servicio esencial de cualquier deportista, sino que también tenemos que costearnos la fisioterapia rehabilitadora y todo lo relacionado con este proceso, y es muy costoso. Una persona es menos discapacitada en la sociedad actual cuanto más dinero tiene; es triste, pero es así.
¿Cómo considera el trato de los medios hacia los deportes minoritarios?
Creo que están poco representados, igual que otros tantos deportes minoritarios. Poco a poco también tenemos que cambiar esa visión de que “hay pobrecitos, vamos a darles una pista porque, pobres, quieren hacer deporte”. Son deportistas y hay que tratarles como tal porque se esfuerzan, porque lloran cuando pierden, porque se esfuerzan cada día por hacerlo mucho mejor. Tenemos que cambiar la concepción de la discapacidad. No verlos como algo vulnerable. Es un trabajo que está costando y que se hace sobre todo con los niños.
¿Cómo se combate contra eso?
Hace un tiempo que creamos una asociación llamada Disport. Hacemos jornadas, vamos a colegios y hago jugar a los niños a tenis en sillas. Muchas veces los profesores me dicen que no tienen niños en silla de ruedas para hacerlo y respondo que me da igual. Esto es deporte también. Si el día de mañana les pasa, sabrán que no pasa nada, y que pueden continuar haciendo deporte sin problema.
¿Un lema para usted?
El tenis es un reflejo de la vida, pero, para mí, lo importante siempre es primero ser buena persona y luego ser buena jugadora de tenis.