Leyendo el ‘Extra’ de El Cruzado Aragonés me entero de que en 1936 mataron a todo el equipo de este semanario. Ahora comprendo por qué Barbastro es una ciudad “martirial”. Los claretianos, el obispo Florentino, el Pelé… Ahora también el equipo de El Cruzado. Y seguramente habrá algunos más, tal era el odio hacia lo católico. Supongo que algunos aprovecharían a solucionar rencillas con la impunidad que protege en esos tiempos.
Pues bien, leyendo el texto me han venido a la mente unas palabras de un abogado de izquierda de Huesca que dijo que las víctimas del franquismo “no se pueden comparar”. Supongo que quería decir con las de la república, ya que se trataba de la Memoria Histórica. ¿De verdad es posible creer que unas víctimas lo son más que otras? ¿Quién puede apropiarse como dueño de la vida de otras personas?
Como si todas y cada una de las víctimas no tuvieran padres, o hijos, o hermanos o familiares y amigos a quienes doliera su muerte. O que las lágrimas derramadas por unos y otros no tuvieran el mismo sabor. Ya en alguna otra colaboración escribí que me negaba a leer o a ver películas en que solo se defendieran las víctimas de una sola parte. Excepción hecha de la película sobre el martirio de los claretianos de Barbastro.
Cuando en la Transición se decidió clausurar la etapa franquista y empezar la Historia desde cero, me pareció una gran decisión para favorecer la convivencia entre los españoles. Pero todo se vino abajo con la aprobación de la Ley de Memoria Histórica, que ha conseguido dividir nuevamente a los españoles entre vencedores y vencidos. Si unos hemos canonizado mártires ha sido con dinero propio. La Memoria Histórica se financia con dinero público. Que Dios nos ayude a recuperar la cordura.