De todas las muchas noticias que esta semana nos ocupan, una que nos ha gustado contar a todos nuestros lectores es la que protagonizan Carlos y Francisco, dos vecinos de Barbastro que rescataron el pasado 19 de enero a dos chavalines de las aguas del Vero.

El río bajaba bravo ese día y la rápida intervención de los dos jóvenes evitó, sin duda, males mayores. Lo reconoció el martes por acuerdo unánime de todos sus grupos políticos el Pleno del Ayuntamiento, que es decir que lo reconoció la ciudad de Barbastro, manifestando y haciendo constar en acta el agradecimiento público y señalando “el valor y espíritu cívico demostrado”.

Vaya nuestro aplauso para ellos, también, desde estas páginas, un aplauso que se hace extensivo a todos los que desde el anonimato y la cotidianeidad demuestran cada día esos valores que sustentan nuestra convivencia.

Algunos saltan a la información, de vez en cuando, en agradecidas Cartas al Director, en una línea que se intercala en la noticia y, no en demasiadas ocasiones, en el titular. Muchas veces nos lo cuentan los lectores y el asunto no trasciende más allá de la conversación.

Por eso nos detenemos hoy en este suceso y por eso le dedicamos este espacio. Para sumarnos al reconocimiento de todas aquellas actuaciones, buenas actuaciones, que hilvanan cada día nuestra convivencia, ayudando a hacerla estable y, en la medida de lo posible, feliz. No necesariamente ha de tratarse de actuaciones valerosas o arriesgadas, basta que estén embebidas de “espíritu cívico”, una expresión quizá en desuso pero cuyo ejercicio nos compromete con el bien público y nos ayuda a construir sociedad, a construirnos.

A Francisco y a Carlos les agradecemos su acción, que –no caigamos en el tópico– no es una excepción, es la normal. Hay mucho más civismo, mucho más respeto por el vecino y mucho más compromiso del que a veces nos empeñamos en creer. Hagámoslo visible.